Presintiendo su próximo fin, una mujer casada con un hombre rico aconseja a su hija que siga siendo buena y piadosa.
Poco después de su muerte, el viudo vuelve a casarse y la hija ha de convivir con su madrastra y dos hermanastras que le hacen la vida imposible: la maltratan verbalmente y le obligan a realizar todas las labores de la casa. Como en vez de acostarse en una cama, tenía que hacerlo cerca de las cenizas del hogar y por este motivo iba siempre polvorienta y sucia empezaron a llamarla “Cenicienta”.
Un día en que su padre se disponía a ir a la feria, preguntó a sus dos hijastras qué deseaban que les trajese. Estas le pidieron vestidos, piedras preciosas y perlas. Cuando hizo la misma pregunta a Cenicienta, ella le dijo que le trajese la primera rama de árbol que le tocase el sombrero a su regreso.
Llegado a casa, el padre entregó a sus hijastras lo que le habían pedido y a Cenicienta un brote de avellano, que ella plantó en la tumba de su madre y que regó con sus lágrimas hasta que se convirtió en un hermoso árbol.
Cenicienta iba hasta allí tres veces al día, a llorar y rezar, y siempre encontraba un pajarillo blanco posado en una rama; un pajarillo que, cuando le pedía algo, se lo echaba desde arriba…
Versión cinematográfica del cuento: